EL APLAUSO DE UNA SOLA MANO
Suiwo, el discípulo de Hakuin, llegó a ser un excelente maestro. Cierto año, durante el periodo de retiro veraniego, recibió la visita de un pupilo oriundo de una lejana isla en el sur del Japón.
Suiwo le dio a resolver el problema: “Escucha el sonido del aplauso de una sola mano”
El pupilo permaneció a su lado durante tres años, pero no pudo pasar la prueba. Una noche se presentó ante Suiwo con lágrimas en los ojos.
“Tendré que volver al sur en la vergüenza y el oprobio”, dijo, “pues no fui capaz de resolver mi problema”.
“Espera una semana más y medita constantemente”, le aconsejo el maestro. Pero la iluminación seguía sin llegar. “Inténtalo otra semana” dijo Suiwo. El pupilo obedeció, pero en vano.
“Otra semana más”. Era inútil. Desesperado, el estudiante rogó a Suiwo que lo dejara marchar, pero éste propuso cinco días más de meditación.
Transcurrieron estos días sin resultado. Entonces Suiwo dijo: “Medita tres días más. Si tampoco lo consigues ahora, lo mejor que puedes hacer es suicidarte”.
Al segundo día, el pupilo obtuvo la Iluminación.
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