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domingo, 5 de enero de 2014

***ACCION - REACCION***

Parece increible, pero es verdad. Experimentadlo prestando atención y os convenceréis. Vicky

Es curioso, como en el mundo energético, el efecto normalmente viene antes que la causa, o la reacción antes de la acción.
Probablemente sea porque todo está predestinado en el tiempo y el espacio; desde esta perspectiva,  la mayoría de las veces nuestra huella en la arena se marca un segundo antes de pisarla.
El hecho fue, que una mañana rutinaria, me dispuse a realizar mi tabla de ejercicios al aire libre. Una vez acabada, el aliento se entrecortaba de tal forma que no me quedó más remedio que flexionar el tronco para ayudar al diafragma en la regulación del ritmo respiratorio.
Una vez normalizados mi corazón, pulmón y demás. Me percaté del día tan esplendido que hacía.
El Sol brillaba radiante en lo alto, alegrando mi corazón, la brisa movía las hojas de los arboles con un suave lenguaje adormecedor, que mis oídos disfrutaban cada vez más y más.
Ante este espectáculo, no me quedó más  remedio que someterme al encantamiento de la naturaleza. O lo que es lo mismo, me dispuse a meditar, pues el entorno, no perdonaba. La naturaleza gritaba de emoción. Quería comunicarse a toda costa.
Por norma mis meditaciones suelen durar entre 30 o 40 minutos. Pues bien, ese día duró entre 30 o 40 segundos.
Nada más ponerme en postura de loto, en mi mente se dibujó la tierra, y cómo en una zona de la misma, muy cerca del ecuador, aparecía en la atmósfera una mancha energética roja. La cual recalentaba la corteza terrestre del lugar, provocando con el tiempo terremotos, erupciones, maremotos, etc.
Al instante mi consciente oyó un disparo, y energéticamente vi como ese disparo realizado muy cerca del lugar donde me encontraba, se unía mediante un hilo conductor a esa mancha roja.
- ¡CAZADORES! – Pensé.
¡Que terrible! No sólo muere un animalito inocente, sino que energéticamente impacta la atmosfera sometiendo a la tierra a posibles terremotos y desastres naturales.
El cazador que alegremente camina por el campo con su escopeta, no sabe que todas las codornices del mundo forman un alma colectiva. Y que si se agrede o se mata a uno de sus miembros, todos los otros miembros se ven afectados en el dolor y en el sufrimiento. El cazador no sabe que todos los volátiles, forman a su vez un alma colectiva. Que todos los animales forman un alma colectiva. Que todos los seres humanos junto con todos los animales forman un alma colectiva. De esta manera, esa codorniz que termina siendo abatida por el arma del cazador, influye directamente en la salud y en el equilibrio del propio hijo del que esta alegremente cazando.
La sensación era como si el patrón energético de la  Tierra hiciera justicia.
Si un humano caza a un animal por diversión. La tierra devolverá la jugada matando en un tsunami a unos cuantos desafortunados.
Como he dicho al principio, primero fue el efecto y luego la causa. Estaba predestinado.
Ese cazador es un mero peón en el destino tanto de la tierra como de la Humanidad.
No juzgo sus actos, creo que hace lo que tiene que hacer en el momento preciso.
Pero lo que también creo, es que este testimonio, hará que muchos cazadores, cuando cojan sus armas y se dispongan a cazar, bien por deporte o diversión. Recuerden el tsunami de Indonesia, el volcán de Sicilia, los terremotos de México. Y, automáticamente, suelten el arma.
En el futuro  en vez de ir de caza,  irán a meditar, a plantar un árbol o a cuidar el ecosistema. Probablemente dentro de 10 o 20 años, habrán desaparecido los desastres naturales.
Porque también está en el destino, que el ser humano, se integrará con la naturaleza y la hará suya.





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