Hola amigos
Se acerca el mes de diciembre, un mes plagado de fiestas, el mes de la Navidad.A finales de noviembre son muchas las ciudades que ya lucen el alumbrado navideño y la televisión nos bombardea constantemente con mensajes para incentivar el consumo, un consumo en la mayoría de los casos bastante irracional.
Pienso, humildemente, que para celebrar la Navidad no es necesario que los ayuntamientos se gasten una cantidad de dinero, muchas veces realmente exagerada, en iluminar las calles y plazas de la ciudad cuando tantos y tantos ciudadanos están atravesando momentos realmente difíciles.
Afortunadamente en los últimos años cada vez son más los ayuntamientos que se suman a la iniciativa de dedicar ese dinero a dar trabajo o ayudar a los más desfavorecidos, un ejemplo que creo todos deberían seguir.
Porque la Navidad no debería ser sinónimo de despilfarro, de gastar por gastar, de hacer ganar más y más dinero a todas esas multinacionales que poco o ningún beneficio dejan en nuestro pueblo.
Corren tiempos duros y tal vez sea el momento de plantearnos si para celebrar esta fiesta tan entrañable es necesaria toda esa parafernalia que la rodea y, desde luego, creo que también es el momento de pensar donde debemos invertir el dinero que dedicamos a esas compras especiales.
Creo sinceramente que fomentar el consumo de los productos locales es una buena forma de apoyar a todos los productores y comerciantes de nuestros pueblos y ciudades y, por supuesto, que ese consumo debería ser razonable.
Pensemos con tiempo en las comidas que vamos a preparar para esos días especiales y en los regalos que queremos hacer a las personas que son importantes para nosotros. Si nos organizamos bien podemos conseguir un gran ahorro en las compras y en cuanto a los regalos cualquier pequeño detalle lleno de amor será recibido y valorado por lo que representa y no por el dinero que nos hayamos gastado.
Lo importante es celebrar estas fiestas, o cualquier otra, rodeado de personas que nos importan, a las que queremos y que nos quieren. Disfrutar de su compañía, reír, charlar, jugar con los pequeños de la casa, en fin en una palabra VIVIR con toda la alegría de la que seamos capaces, pensando que son todas esas vivencias las que perdurarán en nuestro recuerdo y que nos acompañarán por siempre.
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